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La histeria femenina y la creación del vibrador

publicado por Keit Zdanova el
La histeria femenina y la creación del vibrador

Se cree que el vibrador fue inventado a principios del siglo XIX para tratar la histeria femenina, que era una enfermedad que se le diagnosticaba a las mujeres arbitrariamente. En sus inicios era considerado una herramienta médica de la cual no había que sentirse avergonzada.


Cuando se patentaron los primeros vibradores, en el siglo XIX, la palabra no tenía una connotación sexual ni era parte de una práctica tabú. No había que pedirlo por internet ni esconderlo con culpa. El aparato tenía el nombre de percuteur y cumplía múltiples funciones. Se podía colocar sobre espaldas cansadas para aliviar el dolor muscular, en la garganta para la laringitis, sobre el estómago de los bebés que tenían cólicos y en la nariz para disminuir la presión de las fosas nasales.


La histeria femenina era un diagnóstico muy popular entre los médicos para
explicar una misteriosa enfermedad que sólo afectaba a las mujeres. Aquella supuesta enfermedad se manifestaba con desfallecimientos, retención de líquidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, insomnio, pérdida del apetito, nerviosismo, irritabilidad y agresividad. Es decir, si tenías alguno de estos síntomas eras diagnosticada como “una histérica”.


El nombre de la enfermedad proviene de la palabra útero (“hystera” en griego). Dado que en la antigüedad Platón e Hipócrates asociaban estos síntomas al desplazamiento del útero enfermo por el interior del cuerpo de las mujeres. Siglos más tarde, Sigmund Freud, afirmó que el origen de la histeria se debía a alguna experiencia reprimida por el inconsciente y no el útero. Durante la época victoriana se desarrollaron dos tratamientos para esta enfermedad.

Por un lado, se comenzó a utilizar el método catártico, empleando la hipnosis y la curación por la palabra.

Por otro lado, los médicos centraban la cura en intervenciones sobre el útero: fortaleciéndolo (con métodos arcaicos y dañinos, como los sangrados, las inyecciones de nitrato de plata y las cauterizaciones) o extirpándolo con una histerectomía.


Además de estos dos métodos, también existía el paroxismo histérico, o dicho en otras palabras, la masturbación asistida.

Consistía en la estimulación manual de los genitales femeninos por parte del médico hasta alcanzar el paroxismo (no el orgasmo, ya que por entonces se pensaba científicamente que las mujeres no podían tener orgasmos). De esta manera, se curaba la histeria por medio del alivio de las tensiones sexuales femeninas.

Sin embargo, este método provocaba grandes dolores y molestias musculares a los médicos (ay pobrecitos). Es en ese momento que a Joseph Mortimer Granville se le ocurre crear un aparato que facilitase el método del paroxismo. Así es como creó un aparato que, conectado a la corriente eléctrica, vibraba a intensidades capaces de reducir el dolor y tratar la neuralgia, irritabilidad, constipación y por supuesto, la histeria.
Fue tan popular, que muchos doctores comenzaron a usarlo debido a su diseño portátil. Es así cómo se inventó el vibrador con fines médicos para curar la histeria. Pero, no es hasta 1902 cuando la compañía Hamilton Beach empieza a comercializar los primeros vibradores y los posicionó como el sexto aparato doméstico en ser electrificado. No demoró en convertirse en un atractivo para la familia y en un elemento más de la vida del hogar, se vendían como la solución para curar dolores de cabeza, masajear el rostro y reducir las arrugas o para tener a las mujeres felices.

 


Pero la maravilla duró poco, el día en que la Asociación Médica Americana aseguró que el negocio era un engaño. La declaración hizo que la industria entrara en crisis y de pronto, los vendedores tuvieron que modificar el mensaje y es cuando empezaron los anuncios más sexualizados. En los años 50 se mostraban mujeres con blusas escotadas e imágenes sexualizadas, junto a mensajes que aseguraban que el vibrador solucionaba todo tipo de problemas exclusivos de la mujer. En 1952 hubo otro giro, la Asociación Americana de Psiquiatría declaró que la histeria femenina no era una enfermedad legítima sino un mito anticuado y salió a la luz que el tratamiento no era más que una sesión de masturbación. En simultáneo, la industria del cine se convirtió
en un lugar propicio para la aparición de la pornografía y se mostró en la pantalla grande a los vibradores como objetos sexuales. Así, y sin más, se evaporaron los anuncios en catálogos femeninos y estantes de tiendas populares.


La transformación fue repentina, ya no se hablaba del vibrador ni se veían en los hogares, la palabra pasó a ser un tabú, se asoció a la perversión y a prácticas prohibidas. No hizo falta mucho para que se cambiara el consumo de este producto. En los años 60, el vibrador se posicionó como un juguete sexual, pero el conservadurismo de la sociedad hizo que el público no quisiera saber sobre su uso recreativo. De hecho, la gente se sorprendió al descubrir que el vibrador apareció en la lista de prácticas de sexo seguro que se envió a 100 millones de familias para concientizar sobre la transmisión del VIH/sida en 1986.

El juguete sexual más popular surgió para "curar" dolores corporales, se usó en consultas para "tratar" la histeria y se vendió en tiendas y catálogos décadas antes de convertirse en un símbolo de placer.

 


Entonces gracias al nulo conocimiento del cuerpo y el placer femenino es que se crean oficialmente los vibradores, y las mujeres, aunque con mucho esfuerzo, han tomado las riendas de su sexualidad y de su propio placer.

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